Recientemente planteé a mis alumnos la realización de un ejercicio complementario a la docencia en una asignatura de programación de computadores dentro del ámbito de la ingeniería de control.
El propósito del ejercicio era leer un artículo clásico del ámbito de la inteligencia artificial y realizar un breve comentario personal sobre él (Turing – Computing Machinery and Intelligence). Yo esperaba que hubiera alguien que lo leyera con interés y que escribiera un ensayo personal entre un mar de ensayos con comentarios rutinarios sobre el articulo.
Mi sorpresa ha sido lo contrario: los ensayos rutinarios son los menos; estando rodeados de un mar de opiniones, impresiones, juicios, esperanzas y miedos que me han hecho disfrutar de ver tantas mentes jóvenes, tan vivas y tan capaces de pensar por sí mismas. Ha sido sorprendente descubrir, en esta generación acusada de pasividad y desapego- chispas de alegría intelectual.
Mónica, una de mis alumnas, dice,
“Me gustaría ver como un computador puede sorprendernos. No me refiero con ello a los posibles fallos físicos o de software. Hablo de ser capaz de utilizar una metáfora o decirnos que le gustaría poseer la Luna. Y un ordenador no hará eso nunca a no ser que el programador quiera. Un niño querrá cogerla sólo con mirarla. Le parecerá bonita de manera innata, y querrá poseerla.” — Mónica Romero
En estos tiempos de crisis de la ciencia y la tecnología, me han devuelto una cierta esperanza. Estoy seguro de que alguno de ellos construirá El robot que poseyó la Luna. Un gran proyecto y un gran título para una novela de Lem o de Heinlein.